Toda la historia de la humanidad ha sido una lucha entre la sabiduría y la estupidez. Los ángeles rebeldes, los seguidores de la sabiduría, han tratado siempre de abrir las mentes; la Autoridad y sus iglesias han tratado siempre de mantenerlas cerradas. Y durante la mayoría de ese tiempo, la sabiduría ha tenido que trabajar en secreto, susurrando su palabra, moviéndose como un espía a través de los lugares humildes del mundo, mientras que las cortes y los palacios son ocupados por sus enemigos.

viernes, 12 de febrero de 2010

El "sentido público" y la defensa de la educación estatal

El debate acerca de una educación que realmente combata las enormes desigualdades sociales en lugar de aumentarlas, adquiere hoy día un nuevo sentido debido al triunfo de la peor cara de la derecha neoliberal. Un cambio de sentido entendiendo que, si bien la Concertación ha hecho poco o nada en defensa de la educación que la dictadura se encargó de defenestrar, con el gobierno y gabinete de la oligarquía empresarial neoliberal se sufrirán los peores embistes desde Pinochet. Lo deja en claro la selección de un gabinete perteneciente a las élites, de corte absolutamente tecnocrático y con profundas vinculaciones con el mundo empresarial. No escapa a este perfil Joaquín Lavín, nuevo Ministro de Educación, quien es directivo y accionista de la Universidad del Desarrollo, miembro del Opus Dei y militante del partido más retrógrado de Chile: la UDI.

Es por esto que el debate sobre la educación pública debe fortalecerse para así fortalecer una propuesta que sea lo más sólida posible, a su vez que se fortalece un movimiento estudiantil que vaya detrás de ésta, respaldándola. Necesitamos seguir discutiendo, puliendo ideas, pero siempre en base a argumentos y no en base a tergiversaciones como se ha visto en este tiempo. En este sentido, se hacen necesarias una serie de aclaraciones a raíz del llamado “sentido público” que ciertos sectores insisten en decir que las Juventudes Comunistas defendemos ciegamente, como si, en tanto organización, creyéramos en un humanismo universal de quienes profesan este “sentido público” o “vocación de servicio”, y no nos preocupáramos de las situaciones concretas detrás de este concepto.

Por lo tanto, antes de entrar en detalles de nuestra propuesta, es necesario hacer frente a tres problemas que el debate de la educación pública/privada/estatal debe sortear: uno teórico, otro histórico y otro político. En la medida en que vayamos aclarando cuáles son cada uno de estos problemas se entenderá mejor nuestra posición que no tiene otro objetivo que criticar la absoluta mercantilización de nuestro sistema de educación.

EL PROBLEMA TEÓRICO

Se sabe bien, desde Marx, que el Estado es un instrumento de dominación de las clases dominantes. En este sentido, el Estado es un aparato cuya función es la dominación material lograda mediante -en términos de Weber- el monopolio legítimo de la violencia física. Pero también sabemos, en especial desde Althusser, que junto al aparato “represivo” del Estado están sus aparatos ideológicos, dentro de los cuales tiene un lugar privilegiado la educación. Es decir, la educación como tantos otros, es un medio a través del cual circulan las ideas, la ideología, de la clase dominante. En este punto, poco importa la distinción entre estatal o privado, pues ambos son escenarios en donde la burguesía manda, orienta y decide.

¿Qué hace pensar entonces, a estos grupos de izquierda, que es posible dar una mejor pelea en el ámbito de la educación estatal? ¿Acaso no son ellos los que ingenuamente caen en una visión burguesa del Estado y sus ámbitos, en la cual éstos responden intrínsecamente a un sentido público que represente la mayoría de la sociedad? Aclaremos las cosas: la única forma posible de sentido público real, que se de no sólo en la “voluntad” (que en realidad obedece a la ideología) sino que se dé materialmente, es un Estado socialista donde efectivamente la clase trabajadora sea la dominante. Por lo tanto, cualquier defensa de la educación del Estado, que hoy es capitalista, cae en una trampa ideológica de la que es necesario escapar. Para que la educación estatal sea defendible como valuarte de una educación al servicio de las clases explotadas, tendría que ser una educación estatal socialista.

Ahora bien, para ello tendríamos que hacernos del poder del Estado, objetivo que algunas organizaciones nos planteamos a diferencia –paradójicamente- de quienes defienden sólo la educación estatal. Evidentemente, una táctica y estrategia bien definida no puede dar como resultado que la única acción sea hacerse con el Estado, por lo que hay que ver formas de atacar hoy el problema en todos sus niveles. Esto hace necesaria una lectura que nos dirá que hay instituciones privadas y estatales, las cuales ambas obedecen a un mismo modelo de educación. Vemos entonces que la defensa a ultranza que hacen estos grupos de la educación estatal, cae en una incoherencia al defender la educación estatal como estandarte de lo público –lo cual obedece a una visión ideológica- al mismo tiempo en que critica una supuesta “claudicación” al servicio de la ideología dominante por parte de las JJ.CC. Esto nos lleva al siguiente problema, acerca de la realidad y del contexto del problema, que es precisamente el Estado.

EL PROBLEMA HISTÓRICO

El problema histórico que tiene este llamado a la defensa de la educación estatal es que se reivindica un modelo de universidad de respondía a un modelo de Estado que tenía un proyecto de desarrollo específico. Ese era el Estado de compromiso cuya vida se extendió hasta 1973 y el cual por su estructura tenía la capacidad de incorporar demandas de los sectores que estuvieran políticamente organizados mediante partidos. Si bien, también en ese entonces el Estado era un aparato de dominación de las clases dominantes, gracias a muchos años de movilización y organización social se habían obtenido importantes avances, los cuales se perdieron en la dictadura y todavía no se recuperan. Y también es necesario recalcar que la absoluta omisión acerca de estos grupos de la educación privada, también responde a una realidad histórica en la cual no existían las instituciones de educación superior que existen hoy en día.

Entonces, ¿qué es lo que podemos esperar de la educación estatal, sino un proyecto neoliberal acorde a su modelo de desarrollo? Y frente a este problema, ¿qué respuesta tenemos si no es la movilización organizada de los estudiantes en base a objetivos concretos y bien definidos? Precisamente frente a esa respuesta, no podemos limitar esa lucha a un espacio que ya no tenemos, que es el espacio estatal, pasando por alto otro espacio importante como es el privado simplemente por dogmatismos históricos. ¿Acaso un trabajador sólo debe luchar y sindicalizarse en empresas estatales esperando a que éstas absorban a las privadas? ¿Acaso las empresas privadas no deben ser un campo de lucha simplemente porque son privadas? Como vemos, el problema teórico y el problema histórico tienen profundas consecuencias políticas que de no tratar a tiempo nos llevarán a una derrota estudiantil y al triunfo del gobierno empresarial.

EL PROBLEMA POLÍTICO

El problema entonces, es cómo dar la lucha política para asegurar una educación al servicio del pueblo y no de las clases privilegiadas. La pregunta es dónde dar la lucha, teniendo en cuenta que tanto la educación estatal como la privada están al servicio de un mismo proyecto ideológico.

La respuesta que nos dan estos grupos tiene el error de caer en inconsistencias teóricas y en dogmatismos históricos que en definitiva restringen y limitan la lucha política que podamos dar. Y no es que esté equivocada en su objetivo de luchar por una mejor educación estatal, pero sufre las incoherencias mencionadas aparte de ser limitada en su campo de acción. Y son estas las fallas, no otras. Porque como Juventudes Comunistas sí estamos a favor de que la prioridad número uno del Estado sean las universidades de su propiedad. Sí estamos a favor de aportes basales de libre disposición, de una democratización no sólo en el sistema de ingreso, sino en el sistema de financiamiento tanto de la misma universidad como de las distintas unidades académicas. Sí estamos a favor de un estatuto que garantice la toma de decisiones con todos los actores universitarios involucrados. Todas estas son demandas por las cuales luchamos dentro de la Universidad de Chile, para que no se profundice el ya avanzado estado de elitización en el que se encuentra.

Pero no podemos dejar de lado otra realidad, que es la realidad de las universidades privadas. Y cuando se habla de “universidades privadas con sentido público” no nos referimos a una confianza en la buena voluntad de servir a Chile por parte de los privados. Se trata de universidades, como la de Concepción, que dados sus orígenes, dada su inserción regional, dada la composición socioeconómica y política de sus estudiantes, permite también dar una lucha política que apunte a los mismos objetivos que nos planteamos en la Chile: estatutos democráticos, sistemas de acceso equitativos, programas de investigación que no sean regidos por la demanda del mercado, etc. Y si bien es responsabilidad de las respectivas comunidades universitarias plantear esas demandas, cada institución se inserta dentro de un sistema de educación, del cual tiene que hacerse responsable el Estado. Y esto hay que decirlo no porque esperemos algo del Estado conducido hoy por la oligarquía empresarial, sino porque es hacia él donde debemos dirigir nuestras demandas, pero no sólo desde las universidades estatales, sino que también desde las privadas con las cuales haya convergencia en la necesidad de regular la educación para que no siga operando bajo criterios de mercado.

Por lo tanto, la lucha política hay que darla en todos los ámbitos donde sea posible darla. No por concepciones equívocas de que las clases pobres entran a las universidades privadas (que en realidad nadie sostiene, por lo cual quien diga que afirmamos eso se queda discutiendo con fantasmas –debate que no ofrece muchos desafíos a la inteligencia ni a la capacidad política y que por lo mismo se puede ganar fácilmente-), sino porque es un campo real de disputa política que no sólo es posible dar, sino que es necesario. Esperar el fortalecimiento de la educación estatal para dar la lucha en las universidades privadas es casi como esperar la llegada del socialismo para la solución de los problemas.

El “sentido público” no obedece a la filantropía o excesivo humanismo de quien la orienta, sino de sus intereses. Es por ello que el sentido público debe ganarse mediante la lucha política que demos. Ese es el llamado que hacemos como organización política. Y para esta lucha se necesitan todos los aliados que podamos tener, todos los aliados que respondan a ese llamado. Quedarse solos para “esperar el fortalecimiento de la educación estatal” es un iluminismo reaccionario que lejos nos llevará de los triunfos objetivos que necesitamos alcanzar para avanzar hacia la sociedad que queremos.

6 comentarios:

  1. Me parece poco consistente la argumentación presentada... Si partimos de la base que la educación se constituye como un "aparato ideológico" independiente de su propiedad (estatal/privada)... ¿como podemos sostener que dicho aparato de dominacion ideológica tiene un sentido público? Creo que hablar de sentido público es igual de falaz que equiparar la educación pública a la impartida en Universidades Privadas. Son ideas que no se aplican a la realidad actual.

    Por otra parte si bien comparto que es necesaria la solidaridad con los estudiantes de universidades privadas, dicha solidaridad no pasa por suvbencionar con recursos estatales el negocio de privados como sucede en la enseñanza básica y media.

    Y para finalizar, me parece curioso que no se haga ningna alusión a la situacion de los IP y CFT.

    Saludos

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  2. Dónde se afirma que las instituciones tienen un efectivo sentido público??? Creo que soy bastante claro al afirmar que el único sentido público real posible es uno socialista y que hoy en día la única forma de avanzar en dicha dirección es mediante la lucha política. El punto es que esa lucha puede darse tanto en instituciones públicas como privadas.

    Lo que nosotros demandamos es que la regulación estatal se extienda a las instituciones privadas no sólo en términos de "calidad", sino en términos de los criterios que creemos que harían más democrática una universidad: equidad en el acceso, estatutos democráticos, etc. Ese es el núcleo de nuestra propuesta, no el del sentido público que supuestamente defendemos.

    Por último, efectivamente no menciono los IP y CFT porque la crítica de la cual me hago cargo no va por ese lado sino que se ha dedicado a falsear una propuesta nuestra diciendo que defendemos el "sentido público" a secas. Evidentemente que la regulación estatal debe también incluir a CFT e IP y que la lucha política debe darse en dichas instituciones también.

    Saludos.

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  3. Alex, creo que se explica bien que las instituciones solo por serlo no representan ni desarrollan un sentido público. Es necesario que la Universidad esté al servicio de la nación y no de una oligarquía, es por esto que creemos en un regulación que garantice una universidad democrática y de este modo sea un catalizador de nuestra sociedad y no un reproductor de nuestras diferencias.
    Creo que tu análisis está determinado absolutamente por una sobreideologización que termina llevandote a discutir contra un argumento que no se ha utilizado y finalmente sólo me hace recordar que no hay peor ciego que el que no quiere ver.
    Saludos!

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  4. Si su norte politico es demandar mas regulación del Estado obviando la cuestión de la propiedad (curioso para ser comunistas), mientras nos sentamos a esperar la bendición de la otra gran falacia que es el Estado Socialista; deberian entonces dejar de hablar de sentido público (del cual ahora quieren desmarcarse)y hablemos de reformar el negocio de las universidades privadas. Es más sincero y no se presta para malas interpretaciones de alguien sobreideologizado.

    Susana, abusar del voluntarismo y de un reductio ad hominem no aporta al debate.

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  5. Camarada, cuando uno confunde la táctica de la estrategia cae en errores como confundir los pasos que deben darse para el logro de objetivos o no distinguir bien los medios de los fines, errores habituales en los que caen idealismos como el anarquismo.

    Si mi paso final (estrategia) es la abolición de la propiedad privada, por definición no puede constituir mi táctica. Y siendo realistas, levantar hoy discursivamente la bandera de la abolición de la propiedad privada es conducirnos al aislamiento y al fracaso. Muy lindo como testimonio de nuestra coherencia, sí. Pero muy inútil para avanzar hacia lo que queremos.


    Es difícil desmarcarse de algo con lo cual uno nunca se comprometió. No creo que tenga mucho sentido invitarte a conocer nuestra propuesta porque ya tienes prefijada en base a tergiverzaciones lo que dice y por lo mismo ponen en nuestra boca tantas cosas que no decimos, pero en realidad nosotros no hemos defendido un "sentido público" estatuido o que exista, sino uno a construir y que sea como lo defino en mi artículo. Creo que no podré evitar las malas interpretaciones deliberadas del sector del que eres parte, pero me interesa que la gente independiente no caiga en sus falacias y tergiverzaciones.

    Por lo mismo debo aclarar -ya que no creo que tu capacidad intelectual te impida entender el texto, por lo cual debo asumir que no entiendes a propósito- que en ninguna parte se llama a esperar el socialismo, llamado que sí encontré en cierta forma en un texto escrito por un militante de tu grupo, quien llamaba a esperar que la educación estatal absorviera a la privada. Eso sí es esperar la bendición del Estado Socialista.

    Saludos.

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  6. Estaría de acuerdo si hubiera escuchado, si hubiera leído, alguna crítica al Estado burgués por parte del candidato Arrate. Una crítica concreta, no un "hay que cambiar el sistema". Estrategia electoral o un ceder ante el sentido común que dice que estas discusiones son del pasado, sea lo que sea, me parece abusivo esta especie de doble discurso, en buen sentido. Y es que cuando leo esto, cuando los escucho, ya no la tarima sino frente a frente, me quedo con la idea de que están en la Jota porque les ofrece una plataforma, pero no exactamente porque refleje siquiera un cuarto de sus ideas, de sus acciones, de sus proyectos. Mala idea mía quizás.

    No sé si serás o no una excepción en la Jota, pero ni en los discursos dentro de la EGGP (que tú conoces bien)ni en los discursos públicos del partido se ha tocado el punto. Se pasa por alto, se defiende la educación estatal sin más e incluso se va más allá. El pacto a nivel nacional con la Concertación y el pacto a nivel de la EGGP con la Nueva Izquierda Universitaria no lo hacen mejor.

    La lección de Althusser, la lección de la Crítica al programa de Gotha siguen sin ser absorbidas, digamoslo así, por nuestros generaciones. Por nuestras generaciones comunistas, al menos.

    Deposito, así como pa despedirme ya, unas palabras de Georg Lukács (que no de George Lucas, el de Star Wars):

    "La gran diferencia entre los marxistas revolucionarios y los oportunistas pseudo-marxistas consiste en que para los primeros el estado capitalista cuenta sólo como factor de fuerza contra el cual hay que movilizar la fuerza del proletariado organizado, mientras que para los otros el estado es la institución superclasista por cuyo dominio luchan el proletariado y la burguesía".

    Salud y Revolución Social, para no ser menos.

    L Felipe Alarcón

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