“Todos nosotros, cual más, cual menos, sin excepción alguna, fuimos prisioneros del ambiente que nos rodeaba, de las concepciones democrático-burguesas que dominaban en la vida política y cultural del país. Esta ha sido, ante todo, una debilidad ideológica. Su reconocimiento abierto es más que necesario, indispensable, para que todo el Partido le preste atención al estudio, le dé más importancia a la teoría…”
Luis Corvalán, sobre
el PC durante el gobierno de Allende.
El pasado 4 de septiembre se
cumplían cuarenta y cuatro años del triunfo en las urnas de Salvador Allende,
pero también cincuenta del triunfo de Eduardo Frei Montalva. Con esa ocasión,
el presidente del Partido Comunista dedicó unas palabras en el Congreso[1],
y realizó un análisis de lo que significó la figura de dicho presidente. Sus
palabras, aparte de usar un lenguaje innecesariamente conciliador, son una
flagrante negación de las posturas políticas que adoptó el PC en el gobierno de
Frei y omiten groseramente la posición abiertamente golpista que él adoptó durante
el gobierno de la Unidad Popular. Falsear los hechos a través de las palabras
es insostenible, pero lo más preocupante es cómo paulatinamente el discurso del
PC se va alejando de su propia terminología y análisis, para ser colonizados
por los del sentido común de la centro “izquierda” que representaba la
Concertación. Vamos por parte.
El 10 de
octubre de 1965, el secretario general del Partido Comunista, Luis Corvalán,
presentaba un informe político al XIII Congreso de dicha colectividad, titulado
“Nuestra táctica en las condiciones de un gobierno reformista burgués”[2].
En él se caracterizaba las posiciones que debiera adoptar el PC frente al
gobierno encabezado por Frei, las cuales sintetizaré en el siguiente punteo:
-
Se daba cuenta de cierta heterogeneidad en la
DC, en tanto coincidían en su interior sectores progresistas y sectores
reaccionarios.
-
Dicha heterogeneidad generaba un marco de
coincidencias que había que aprovechar impulsando la unidad de sectores
progresistas tanto en el gobierno como en la oposición.
-
No obstante lo anterior, el PC se define como un
partido de oposición.
-
Asume tal posición porque entiende que i) la
política de la DC es de orientación burguesa, mientras que la del PC
proletaria, y que ii) el objetivo de la DC es “salvar el capitalismo en Chile e
impedir la revolución popular y el socialismo”.
-
El PC reconocía que la DC no se proponía lograr
su objetivo a la vieja usanza de la reacción, sino que con métodos y lenguajes
modernos, en particular con un trabajo de
masas, que atendiese ciertas necesidades de sectores populares.
-
Por ello uno de los llamados principales del
Informe era lanzarse al trabajo de base, disputándole los sectores proletarios
y campesinos a la DC.
Resumiendo,
si bien se hacía el llamado a detectar con precisión aquellos aspectos en los
que había coincidencias con el gobierno, para poder impulsar cambios en unidad
con los sectores progresistas en él, la relación en términos generales era de
lucha y oposición, porque el PC entendía claramente que tras la agenda de
cambios y reformas de la DC, estaba el objetivo de impedir la revolución
popular en Chile, lo cual era contradictorio
con su propio objetivo.
En este
marco, frases dichas por Teillier como “Podemos afirmar con la mirada de hoy
que las reformas que llevó adelante el gobierno encabezado por Eduardo Frei
Montalva creaban las condiciones y la necesidad de que el gobierno que lo
sucediera fuera del mismo signo o de una posición que de alguna manera diera
cuenta de los sentimientos del país” pierden todo sentido, en tanto hacen una
abstracción insostenible. Es cosa de remitirse al Informe citado, incluso a
textos posteriores del mismo Luis Corvalán.
No se puede entender el gobierno de la DC y
de la UP como del mismo signo. Eso significa renunciar a lo más elemental
que buscaba el gobierno de Allende, significa obviar disentimientos estratégicos
e ideológicos irreconciliables, significa omitir una diferencia fundamental: la
postura respecto al socialismo. Cuando mencionaba que se abandona la
terminología y análisis propios, me refería a esto precisamente. Las palabras
de Teillier no provienen del PC, no reflejan la política del PC en ese tiempo,
ni incluso, como mencioné, los análisis retrospectivos posteriores. Por ejemplo,
el diputado menciona la política de “promoción popular” como parte de un “complejo
superior de reestructuración nacional y profundización de la democracia en
Chile”, mientras que Luis Corvalán entendía que aquello correspondía a la lucha
ideológica que sostenía la DC con la izquierda: “mediante el paternalismo, el
corporativismo y acciones limitadas de tipo reivindicativo se orientaban a
ganar a las masas tratando de impedir que se sumaran al proceso revolucionario
en marcha. En esto consistía la “Promoción Popular” de que tanto hablaban.”[3]
La
diferencia sustancial entre la lectura de Corvalán, que representa la lectura
que hizo y ha hecho siempre el PC, y la de Teillier, es que la primera lee las orientaciones ideológicas
y estratégicas de cada posición política, vinculándolas a un proyecto de clase,
mientras que la segunda se queda en la celebración de la mera reforma; el
cambio como algo bueno en sí. No creo que sea necesario explicitar cómo se
llama aquella posición política que reivindica las reformas por las reformas,
sacándolas de cualquier marco estratégico que apunte a objetivos de largo
plazo.
Ahora bien,
cabe preguntarse por qué Teillier querría hacer esta depuración de las
diferencias ideológica-estratégica entre Frei y Allende; depuración de todo
resabio socialista claramente. ¿Es un gesto “para afuera” sólo por la unidad de
la Nueva Mayoría? Si fuera así, es totalmente innecesario, oportunista y,
sencillamente, indigno. Las alianzas políticas no se hacen en base a la amistad
o a un purismo ideológico-político absoluto; son estrictamente políticas, lo
cual permite la realización de alianzas con grupos políticamente diferentes.
Sin embargo, renunciar a la autonomía y a la identidad propia, sólo por
mantener dicha alianza, debe poner sobre la mesa preguntas existenciales
respecto a la misma. ¿Qué clase de alianza es esta, que el PC debe renunciar a
su historia, a sus posiciones políticas históricas? El comunista es un partido
con 102 años de historia marcados por la lucha, por representar los intereses
de la clase obrera, por militantes ejemplares que dieron la vida por el
socialismo. Falsear la posición del PC, tergiversarla, es un insulto a esa
historia inmensa. Y se puede esperar de la derecha, de sectores anti PC, pero
no de un militante de dicha organización, menos su presidente.
Sin embargo,
la posibilidad más preocupante es que no sea un mero gesto, sino un giro real en
la lectura de los acontecimientos. Lo grave aquí es que abiertamente se
estarían bajando las banderas comunistas para enarbolar otras, ajenas a la
historia y tradición del PC. Esto significaría un profunda crisis ideológica en
dicha organización, donde lo que está en riesgo es, por una parte, el marxismo
y, como contracara, el socialismo. Si las palabras de Teillier reflejan la
visión del PC, ¿qué diferencias hay entre éste y el PS o el PPD? Porque si la
diferencia fundamental, aquella que va más allá de las formas, entre Allende y
Frei –que el primero buscaba el socialismo mientras que el segundo quería
impedirlo- es omitida de manera evidente por el presidente del PC, es razonable
asumir que es porque dicha diferencia ya no tiene sentido. Justamente la
actitud contraria adoptada por el PC en el período del ’64 al ’70: reivindicar
las diferencias ideológicas y estratégicas de dos proyectos políticos
distintos, más allá de que la coyuntura pudiera permitir coincidencias y
avances en conjunto. Más allá de la consigna fácil, ¿interesa el socialismo hoy
al PC? Si es así (ojalá que lo sea), ¿por qué no se refleja en el análisis que
hace su presidente sobre el gobierno de Frei Montalva?
Esto en lo
que respecta a los términos más generales, pues si vamos a aspectos más
particulares, la lectura tan forzosamente conciliadora de Teillier se hace aún
más incomprensible. ¿Acaso se olvidó los millones de dólares que recibió la DC
de parte de Estados Unidos precisamente para evitar el triunfo de Allende?
Porque los gringos, nada de tontos, entendían que la posición medieval de la
derecha tradicional era un caldo de cultivo para el descontento popular y, por
lo tanto, representaba un mayor riesgo en términos de la posibilidad de que una
coalición socialista llegara al poder. De esta forma, entendían que tenían que
apoyar a aquellos que propusieran cambios, a los que atendieran las demandas
populares, pero que lo hicieran para impedir el socialismo.
Y qué decir
de esta frase: “Evidentemente, la obra política de Eduardo Frei Montalva no se
enmarca sólo en el periodo de su gobierno. Antes y después jugó un papel relevante en la política nacional como
parlamentario y ministro.” El papel relevante que jugó posteriormente como
congresista fue ser una piedra de tope constante para el gobierno, participando
en el sabotaje orquestado por la derecha para que el Congreso le negara la sal
y el agua al gobierno popular. Frei Montalva era de las voces que prácticamente
llamaba al golpe, pues sostenía –y este era el mensaje que difundía al mundo-
que la UP tenía un ejército guerrillero paralelo y que planeaba un autogolpe
(una de las tantas fantasías que inventa la reacción). Frei encabezaba el ala derechista
de la DC, aquella que se frotó las manos con el golpe, porque esperaba que
después de que los militares pusieran orden, le pasarían el mando a un
candidato de unidad y consenso entre quienes eran oposición a Allende, que era
nada menos que él mismo. Cuando, más tarde, vio que el tiro le salía por la
culata y que los militares no le cederían el poder a nadie, decidió sumarse a
la oposición.
Entonces,
uno lee a Teillier y se pregunta qué está pasando en el PC. Por qué estas
palabras, innecesarias si son un gesto, claudicantes si representan un giro
real. Porque de una cosa se puede estar seguro: la suya no es la posición del
PC. Basta leer a Corvalán, sus informes políticos de la época y los análisis
posteriores, para darse cuenta que la posición de ese partido respecto a Frei
es la que corresponde a una colectividad de izquierda: crítica y marcando las
diferencias, sin que esto implique negar de manera a priori (ningún análisis marxista serio sobre la realidad puede
permite el a priori) coincidencias y
avances.
Sería
positivo que los militantes comunistas salieran al paso de estas declaraciones,
porque permitiría evaluar su impacto y en qué medida deben ser leídas. Si la
militancia las avala, entonces empieza a quedar en claro que existe una crisis política
ideológica seria en el PC. Cuando las propias bases ideológicas no se trabajan
y se dejan estar, repasándolas superficialmente y en base a mucha consigna, se
desgastan. Y cuando eso ocurre, es fácil ser permeado por la ideología
dominante que, como bien sabemos, no es otra sino aquella de la clase
dominante. Es lo que se plantea en la cita inicial.[4]
Con el progresismo pueden haber coincidencias, pero es una ideología burguesa y
bien se puede decir lo mismo de ella que lo que decía Corvalán de la DC en los
’60: con un lenguaje reformista, lo que quiere es impedir el fin del
neoliberalismo en Chile. Por el bien de la izquierda y de la clase trabajadora,
esperemos que el PC no se convierta en un partido progresista. Discursos como
el de Teillier sobre Frei Montalva, siembran un manto de dudas al respecto.
[2] Luis Corvalán, “Nuestra
táctica en las condiciones de un gobierno reformista burgués”, en Tres períodos en nuestra línea
revolucionaria, Berlín, Verlag Zeit im Bild, 1982, pp. 11-24.