Toda la historia de la humanidad ha sido una lucha entre la sabiduría y la estupidez. Los ángeles rebeldes, los seguidores de la sabiduría, han tratado siempre de abrir las mentes; la Autoridad y sus iglesias han tratado siempre de mantenerlas cerradas. Y durante la mayoría de ese tiempo, la sabiduría ha tenido que trabajar en secreto, susurrando su palabra, moviéndose como un espía a través de los lugares humildes del mundo, mientras que las cortes y los palacios son ocupados por sus enemigos.

domingo, 21 de septiembre de 2014

El PC frente al gobierno de Frei Montalva


Todos nosotros, cual más, cual menos, sin excepción alguna, fuimos prisioneros del ambiente que nos rodeaba, de las concepciones democrático-burguesas que dominaban en la vida política y cultural del país. Esta ha sido, ante todo, una debilidad ideológica. Su reconocimiento abierto es más que necesario, indispensable, para que todo el Partido le preste atención al estudio, le dé más importancia a la teoría…”
Luis Corvalán, sobre el PC durante el gobierno de Allende.

El pasado 4 de septiembre se cumplían cuarenta y cuatro años del triunfo en las urnas de Salvador Allende, pero también cincuenta del triunfo de Eduardo Frei Montalva. Con esa ocasión, el presidente del Partido Comunista dedicó unas palabras en el Congreso[1], y realizó un análisis de lo que significó la figura de dicho presidente. Sus palabras, aparte de usar un lenguaje innecesariamente conciliador, son una flagrante negación de las posturas políticas que adoptó el PC en el gobierno de Frei y omiten groseramente la posición abiertamente golpista que él adoptó durante el gobierno de la Unidad Popular. Falsear los hechos a través de las palabras es insostenible, pero lo más preocupante es cómo paulatinamente el discurso del PC se va alejando de su propia terminología y análisis, para ser colonizados por los del sentido común de la centro “izquierda” que representaba la Concertación. Vamos por parte.
El 10 de octubre de 1965, el secretario general del Partido Comunista, Luis Corvalán, presentaba un informe político al XIII Congreso de dicha colectividad, titulado “Nuestra táctica en las condiciones de un gobierno reformista burgués”[2]. En él se caracterizaba las posiciones que debiera adoptar el PC frente al gobierno encabezado por Frei, las cuales sintetizaré en el siguiente punteo:
-        Se daba cuenta de cierta heterogeneidad en la DC, en tanto coincidían en su interior sectores progresistas y sectores reaccionarios.
-        Dicha heterogeneidad generaba un marco de coincidencias que había que aprovechar impulsando la unidad de sectores progresistas tanto en el gobierno como en la oposición.
-        No obstante lo anterior, el PC se define como un partido de oposición.
-        Asume tal posición porque entiende que i) la política de la DC es de orientación burguesa, mientras que la del PC proletaria, y que ii) el objetivo de la DC es “salvar el capitalismo en Chile e impedir la revolución popular y el socialismo”.
-        El PC reconocía que la DC no se proponía lograr su objetivo a la vieja usanza de la reacción, sino que con métodos y lenguajes modernos, en particular con un trabajo de masas, que atendiese ciertas necesidades de sectores populares.
-        Por ello uno de los llamados principales del Informe era lanzarse al trabajo de base, disputándole los sectores proletarios y campesinos a la DC.

Resumiendo, si bien se hacía el llamado a detectar con precisión aquellos aspectos en los que había coincidencias con el gobierno, para poder impulsar cambios en unidad con los sectores progresistas en él, la relación en términos generales era de lucha y oposición, porque el PC entendía claramente que tras la agenda de cambios y reformas de la DC, estaba el objetivo de impedir la revolución popular en Chile, lo cual era contradictorio con su propio objetivo.
En este marco, frases dichas por Teillier como “Podemos afirmar con la mirada de hoy que las reformas que llevó adelante el gobierno encabezado por Eduardo Frei Montalva creaban las condiciones y la necesidad de que el gobierno que lo sucediera fuera del mismo signo o de una posición que de alguna manera diera cuenta de los sentimientos del país” pierden todo sentido, en tanto hacen una abstracción insostenible. Es cosa de remitirse al Informe citado, incluso a textos posteriores del mismo Luis Corvalán.
No se puede entender el gobierno de la DC y de la UP como del mismo signo. Eso significa renunciar a lo más elemental que buscaba el gobierno de Allende, significa obviar disentimientos estratégicos e ideológicos irreconciliables, significa omitir una diferencia fundamental: la postura respecto al socialismo. Cuando mencionaba que se abandona la terminología y análisis propios, me refería a esto precisamente. Las palabras de Teillier no provienen del PC, no reflejan la política del PC en ese tiempo, ni incluso, como mencioné, los análisis retrospectivos posteriores. Por ejemplo, el diputado menciona la política de “promoción popular” como parte de un “complejo superior de reestructuración nacional y profundización de la democracia en Chile”, mientras que Luis Corvalán entendía que aquello correspondía a la lucha ideológica que sostenía la DC con la izquierda: “mediante el paternalismo, el corporativismo y acciones limitadas de tipo reivindicativo se orientaban a ganar a las masas tratando de impedir que se sumaran al proceso revolucionario en marcha. En esto consistía la “Promoción Popular” de que tanto hablaban.[3]
La diferencia sustancial entre la lectura de Corvalán, que representa la lectura que hizo y ha hecho siempre el PC, y la de Teillier, es que la primera lee las orientaciones ideológicas y estratégicas de cada posición política, vinculándolas a un proyecto de clase, mientras que la segunda se queda en la celebración de la mera reforma; el cambio como algo bueno en sí. No creo que sea necesario explicitar cómo se llama aquella posición política que reivindica las reformas por las reformas, sacándolas de cualquier marco estratégico que apunte a objetivos de largo plazo.
Ahora bien, cabe preguntarse por qué Teillier querría hacer esta depuración de las diferencias ideológica-estratégica entre Frei y Allende; depuración de todo resabio socialista claramente. ¿Es un gesto “para afuera” sólo por la unidad de la Nueva Mayoría? Si fuera así, es totalmente innecesario, oportunista y, sencillamente, indigno. Las alianzas políticas no se hacen en base a la amistad o a un purismo ideológico-político absoluto; son estrictamente políticas, lo cual permite la realización de alianzas con grupos políticamente diferentes. Sin embargo, renunciar a la autonomía y a la identidad propia, sólo por mantener dicha alianza, debe poner sobre la mesa preguntas existenciales respecto a la misma. ¿Qué clase de alianza es esta, que el PC debe renunciar a su historia, a sus posiciones políticas históricas? El comunista es un partido con 102 años de historia marcados por la lucha, por representar los intereses de la clase obrera, por militantes ejemplares que dieron la vida por el socialismo. Falsear la posición del PC, tergiversarla, es un insulto a esa historia inmensa. Y se puede esperar de la derecha, de sectores anti PC, pero no de un militante de dicha organización, menos su presidente.
Sin embargo, la posibilidad más preocupante es que no sea un mero gesto, sino un giro real en la lectura de los acontecimientos. Lo grave aquí es que abiertamente se estarían bajando las banderas comunistas para enarbolar otras, ajenas a la historia y tradición del PC. Esto significaría un profunda crisis ideológica en dicha organización, donde lo que está en riesgo es, por una parte, el marxismo y, como contracara, el socialismo. Si las palabras de Teillier reflejan la visión del PC, ¿qué diferencias hay entre éste y el PS o el PPD? Porque si la diferencia fundamental, aquella que va más allá de las formas, entre Allende y Frei –que el primero buscaba el socialismo mientras que el segundo quería impedirlo- es omitida de manera evidente por el presidente del PC, es razonable asumir que es porque dicha diferencia ya no tiene sentido. Justamente la actitud contraria adoptada por el PC en el período del ’64 al ’70: reivindicar las diferencias ideológicas y estratégicas de dos proyectos políticos distintos, más allá de que la coyuntura pudiera permitir coincidencias y avances en conjunto. Más allá de la consigna fácil, ¿interesa el socialismo hoy al PC? Si es así (ojalá que lo sea), ¿por qué no se refleja en el análisis que hace su presidente sobre el gobierno de Frei Montalva?
Esto en lo que respecta a los términos más generales, pues si vamos a aspectos más particulares, la lectura tan forzosamente conciliadora de Teillier se hace aún más incomprensible. ¿Acaso se olvidó los millones de dólares que recibió la DC de parte de Estados Unidos precisamente para evitar el triunfo de Allende? Porque los gringos, nada de tontos, entendían que la posición medieval de la derecha tradicional era un caldo de cultivo para el descontento popular y, por lo tanto, representaba un mayor riesgo en términos de la posibilidad de que una coalición socialista llegara al poder. De esta forma, entendían que tenían que apoyar a aquellos que propusieran cambios, a los que atendieran las demandas populares, pero que lo hicieran para impedir el socialismo.
Y qué decir de esta frase: “Evidentemente, la obra política de Eduardo Frei Montalva no se enmarca sólo en el periodo de su gobierno. Antes y después jugó un papel relevante en la política nacional como parlamentario y ministro.” El papel relevante que jugó posteriormente como congresista fue ser una piedra de tope constante para el gobierno, participando en el sabotaje orquestado por la derecha para que el Congreso le negara la sal y el agua al gobierno popular. Frei Montalva era de las voces que prácticamente llamaba al golpe, pues sostenía –y este era el mensaje que difundía al mundo- que la UP tenía un ejército guerrillero paralelo y que planeaba un autogolpe (una de las tantas fantasías que inventa la reacción). Frei encabezaba el ala derechista de la DC, aquella que se frotó las manos con el golpe, porque esperaba que después de que los militares pusieran orden, le pasarían el mando a un candidato de unidad y consenso entre quienes eran oposición a Allende, que era nada menos que él mismo. Cuando, más tarde, vio que el tiro le salía por la culata y que los militares no le cederían el poder a nadie, decidió sumarse a la oposición.
Entonces, uno lee a Teillier y se pregunta qué está pasando en el PC. Por qué estas palabras, innecesarias si son un gesto, claudicantes si representan un giro real. Porque de una cosa se puede estar seguro: la suya no es la posición del PC. Basta leer a Corvalán, sus informes políticos de la época y los análisis posteriores, para darse cuenta que la posición de ese partido respecto a Frei es la que corresponde a una colectividad de izquierda: crítica y marcando las diferencias, sin que esto implique negar de manera a priori (ningún análisis marxista serio sobre la realidad puede permite el a priori) coincidencias y avances.
Sería positivo que los militantes comunistas salieran al paso de estas declaraciones, porque permitiría evaluar su impacto y en qué medida deben ser leídas. Si la militancia las avala, entonces empieza a quedar en claro que existe una crisis política ideológica seria en el PC. Cuando las propias bases ideológicas no se trabajan y se dejan estar, repasándolas superficialmente y en base a mucha consigna, se desgastan. Y cuando eso ocurre, es fácil ser permeado por la ideología dominante que, como bien sabemos, no es otra sino aquella de la clase dominante. Es lo que se plantea en la cita inicial.[4] Con el progresismo pueden haber coincidencias, pero es una ideología burguesa y bien se puede decir lo mismo de ella que lo que decía Corvalán de la DC en los ’60: con un lenguaje reformista, lo que quiere es impedir el fin del neoliberalismo en Chile. Por el bien de la izquierda y de la clase trabajadora, esperemos que el PC no se convierta en un partido progresista. Discursos como el de Teillier sobre Frei Montalva, siembran un manto de dudas al respecto.




[2] Luis Corvalán, “Nuestra táctica en las condiciones de un gobierno reformista burgués”, en Tres períodos en nuestra línea revolucionaria, Berlín, Verlag Zeit im Bild, 1982, pp. 11-24.
[3] Corvalán, Los comunistas y la democracia, Santiago, LOM, 2008, p. 32.
[4] Corvalán, Santiago-Moscú-Santiago, Berlín, Verlag Zeit im Bild, 1983, p. 63.

2 comentarios:

  1. Solo sé una cosa: si el trabajo de base ni alimenta ni educa, no sirve mucho.

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  2. Hay una coherencia clara del PC; es cosa de ver hoy como las más leves reformas provocan las más animales reacciones de la derecha (con el perdón de los animales). El gobierno de Frei, colocado hoy en el escenario nacional, parecería el comunismo al lado del de la presidenta Bachelet. En esta etapa de profunda reacción universal, hay que buscar formas de romper esta nueva era del hielo y en eso está el PC. Lo otro sería colocarse en la vereda del frente a criticar a los que hoy hacen algo.

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